miércoles, 8 de enero de 2014

¿Qué había antes de Bob Dylan? (Según los Coen)

Por Rafael Belchí
 

La última uva estaba apenas siendo apelotonada con sus 11 compañeras en las fauces de todos los españoles. El año llegaba a su fin, y qué buena noticia que quien se fijara en las carteleras vería que en todo cine de estreno que se preciara allí estaba A propósito de Llewyn Davis, la nueva película de esos creadores de un cine con sello propio, los hermanos Coen, en general con un resultado que raya entre lo bueno y lo genial, pero casi siempre que ves una película de estos fulanos sientes que estás viendo algo especial, que cada fotograma que te están otorgando es impagable, conformando un cine digno de las filmografías más selectas.

En su nuevo trabajo nos acercan con su particular visión al Village neoyorquino de los años sesenta, supuestamente una semana antes de que irrumpiera Bob Dylan con su inmenso arte dejando boquiabierto al personal. Para ello seleccionan a un personaje producto meramente de su imaginación, un tal Llewyn Davis, un tipo de aspecto mundano y un poco pordiosero, que vive básicamente del bien ajeno, aprovechándose de la bondad o permisividad de desconocidos, familiares o amigos por igual, un muchacho que se revela como un rey Midas a la inversa, que todo lo que toca se convierte en mierda. Y, claro está, un gran músico de folk que no sabe a dónde ir ni qué hacer con su desgraciada existencia.

Los Coen te cuentan las sensaciones que tiene este hombre con cercanía, con especial hincapié en las canciones que canta, con las que nos presentan sus estados de ánimo y los sentimientos de alguien que no puede entender cómo la gente prefiere la música más convencional y el comercialismo barato a pesar de ser ridículo, lo cual vemos a través de los compañeros de escena de Davis en los garitos, pero sobre todo, en cómo se gesta esa detestable música en un estudio de grabación. También está muy bien reflejado el frío que se puede pasar en Nueva York o Chicago para alguien que no tiene lugar aparente en el mundo, que por no tener no tiene ni abrigo, lo duro que golpea el frío en un alma marchita, y lo dice uno que nunca ha pisado tales tierras americanas.

Pero a pesar de lo deprimente que podría ser toda esta historia, los Coen la transmiten con cierta gracia, que es muy de agradecer, sobre todo presente en un surrealista viaje con un músico de jazz muy gordo y yonqui (genial John Goodman) y la especial relación que tiene Llewyn con un gato perdido que le acompañará durante parte de sus andanzas. Sin embargo, a pesar de que casi todo lo que veo siempre me interesa y a ratos apasiona, el personaje protagonista tiene un no sé qué que en ocasiones me distancia un poco, que no termina de caerme estupendamente. Eso sí, cuando coge la guitarra y se pone a cantar canciones de Dave Van Ronk, me vuelve a encandilar ipso facto. Porque la banda sonora de la película es de lo mejor que he escuchado yo en un cine últimamente, y ver cómo la interpreta Oscar Isaac, un actor que me gustaba bien poco hasta el momento, es una delicia. En definitiva, estamos ante una muy buena película de los Coen, que quizá no sea una obra maestra, pero sí una nueva confirmación de que estos hermanos son, por méritos propios, de los mejores valores que tiene el cine actual. Quien todavía lo dude, que vaya corriendo al cine.

6 comentarios:

  1. Antes de Dylan no había nada. La película va de otro cuando en realidad quieren promocionar a Bob Dylan.
    Yo es otro..

    ResponderEliminar
  2. No la he visto eh? pero tenía que trollearte en algún momento con esto y no me he podido aguantar xd...

    http://www.youtube.com/watch?v=0ZmfvVGpgOY

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ese señor es todo un trabalenguas, yo no sé que hace hablando por la calle en vez de destruirme por aquí.

      Eliminar
    2. Se comenta que va a formar parte del jurado de los Oscars

      Eliminar

Comparte este post

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...