miércoles, 1 de mayo de 2013

Salvados y el accidente de metro de Valencia



Últimamente estoy que no trago la televisión. Sí, ese invento tan identificativo de la sociedad moderna, con permiso de los ordenadores y los iphones, androids o como leches se llamen. Algunos lo llaman, con toda la razón del mundo, "la caja tonta". Otros dicen que la televisión "es cultura". Supongo que estos que reclaman la televisión como cultura serán los mismos que se ponen los documentales de La 2 para dormir, o el Sálvame para "pasar el rato". Actualmente tenemos más canales de los que nos podíamos imaginar cuando allá por la era franquista apareció este aparatito en las casas españolas. Con el salvaje oeste que se desató con la TDT, como bien se puede leer en este artículo de Conde Chócula, nuestros televisores se inundaron de cadenas, pero no dan más que ganas de, literalmente tirar de ellas, porque el contenido de las mismas es poco más interesante que el de un W.C.

Poco hay que ver que no sea Gran Hermano 39 u Operación Triunfo 15, porque si de los telediarios hablamos, el nivel de politización que hay es tremendo (véase el desastre actual que están atravesando los telediarios de televisión española). Ante este panorama lo suyo sería tirar por la ventana el televisor, sacar un libro y ponerse a leer, que para pasar el rato siempre es la mejor opción. Pero bueno, aún hay algunos últimos mohicanos del medio televisado dispuestos a entregarnos algo más que entretenimiento basuril a cambio de nuestro tiempo. Si obviamos unos cuantos contenidos más que interesantes de La 2, yo que ustedes llegadas las 21:30 de la noche de cada domingo pondría la Sexta para ver a Jordi Évole y ese programa que, sin alcanzar la excelencia, intenta llegar a los lugares que nadie se atreve, a hacer la pregunta que todo político querría obviar, y si se puede, a meter el dedo en el ojo.

El programa Salvados, a pesar de estar políticamente polarizado (estamos hablando de la Sexta, no nos olvidemos), y a veces pecar de demagogo, en líneas generales trata temas que al común de los españoles nos interesa (o debería interesar), desplazándose a los sitios pertinentes para hablar del tema con los ciudadanos locales, y si le dejan, con el político de turno o personajes característicos que sepan de qué va el negocio. A veces puede parecer que Évole, en su lucha por la veracidad y el tratar el problema directamente, se pase con las preguntas que hace a los entrevistados, pero por mucho que parezca que a veces le eche cojones, que los tiene, él echa los que le dejen, puesto que la Sexta, y por ende Salvados, pertenecen al grupo Antena 3, quienes han dejado prácticamente intactos los programas fundamentales de la cadena del 6. Esto obedece a un motivo principalmente: que el programa ha adquirido con el paso del tiempo unas más que competentes cifras de share: en torno a un 15%, además de otro público que no tiene por qué ver Antena 3. Así se aseguran audiencias de un sector, a priori, más derechoso (que vería Antena 3), y por otro lado, de uno más izquierdoso (que vería la Sexta), por diferenciarlos de algún modo. Es decir, algo así como la FOX en Estados Unidos, una cadena de fuerte componente republicano, pero que tiene en parrilla series de éxito como Homeland y Los Simpsons, muy críticas con EE.UU. y la derecha norteamericana, con el único objetivo de atraer público demócrata (o no republicano, vaya).

Pues bien, las líneas que dedico hoy a Salvados se deben al último programa, el emitido este pasado domingo, el cual trataba sobre el accidente del metro de Valencia acaecido el 3 de julio de 2006 y en el cual perdieron la vida 43 personas y unas 47 resultaron heridas, de lo cual poco se supo. Se declaró que fue un accidente, que el culpable fue exclusivamente el maquinista, el cual falleció en el envite, y se archivó el caso. Vamos, que aquí se lavó las manos el personal y, literalmente, se le echó la culpa al muerto. A poca gente que lea ésto le resultará ajeno, precisamente a raíz del programa, ya que por las redes sociales han circulado multitud de mensajes denunciando la barbarie, además de que este Salvados ha tenido repercusión en la prensa, por lo que la difusión ha sido máxima. Obviamente, todo el mundo se ha escandalizado "¿Pero cómo es posible ésto?" "Cabrones del PP, cómo nos engañan." "Increíble que pasen estas barbaridades en un país democrático", y así un largo etc.

Yo mismo me sumo a estas críticas y estupefacciones tan generalizadas, pero parémonos a pensar un momento. ¿De verdad son los culpables de esto tan mamones y yo que estoy en mi casa sentado viendo el Valencia-Betis no tengo absolutamente ninguna culpa? Ni una cosa, ni la otra. Pongámonos en situación: en el año 2006 Valencia era la capital del mundo mundial, flor de la economía y un modelo a seguir. Todo valenciano que se preciara estaba orgulloso de la escandalosa Ciudad de las Artes y las Ciencias (conocida por algunos como El Mausoleo de Calatrava), de la America's Cup, de la inminente construcción del Nuevo Mestalla y la nueva era de esplendor que se avecinaba para el Valencia F.C. En estos tiempos, en plena bonanza económica, sin atisbos aparentes de la crisis, con todo el mundo extasiado de orgullo y satisfacción, tiene lugar este accidente. Esta tremenda desgracia, que justamente coincidió con la llegada del Papa a Valencia unos pocos días después. Con lo cual, el hábil y camorrista gobierno del PP, en connivencia con el aparato de justicia y los responsables del metro, consiguieron archivar el caso y hacer una cortina de humo de la ostia, con la que taparon el accidente, que poca repercusión tuvo en los medios, y de paso consiguieron acallar a los familiares de las víctimas, muy poquita gente en comparación con las multitudes que se agolparían para recibir al sumo pontífice.

Por tanto, en las portadas de la prensa apareció el Papa, y lo demás en letra pequeña. El accidente vino a joder la fiesta generalizada que había en Valencia, y eso no se podía permitir. Que se juegue a esconder la muerte de personas sólo para mantener una imagen son prácticas típicas de la URSS, la Alemania nazi, la actual China y cualquier gobierno dictatorial al uso con el que se le quiera comparar. Es manipular la realidad, ni más ni menos. Y por este escándalo no pasó nada, no se le dio difusión, ni la sociedad protestó lo más mínimo. Con lo cual, repito la pregunta, ¿de quién es la culpa, de aquel que hace la fechoría o de aquel que la permite? Es una pregunta muy generalista, vale, pero no podemos dedicarnos a decir "qué cabrones" y quedarnos tan tranquilos, pero es que ésto es algo muy preocupante porque la sociedad valenciana (a excepción de los familiares de las víctimas) no ha dicho ni mu al respecto en años. El que se enteró en su día, pasó del tema, y el que no, a otra cosa mariposa. Y el que escribe estas líneas lleva viviendo 5 años en Valencia, que no es moco de pavo.

Este incidente y sus nulas consecuencias nos tienen que despertar y hacernos ver lo imbéciles que éramos antes de que nos azotase esta crisis, puesto que estábamos anestesiados, drogados con morfina. Pero, como siempre, algo bueno tienen que tener las crisis, y es eso de ver que quienes te gobiernan a lo mejor no son tan buenos ahora que están permitiendo que te tiren a la calle o que te quedes sin casa. Por eso si ocurre otra vez un accidente de este tipo, a los chorizos que nos gobiernan y los gestores del metro no les sería tan fácil salirse con la suya. Yo antes comulgaba con la idea de un señor llamado Álex Sailó, autor de los libros ilustrados "Españistán" o "Simiocracia", entre otros, quien daba a entender que la crisis económica que estamos sufirendo se debe en parte al principio de Hanlon, que reza: "Nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez". Con cosas como las que domingo a domingo vemos en Salvados, este principio se cae por su propio peso. Porque ya no hablamos de maldad, sino de hijoputismo.



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