jueves, 6 de marzo de 2014

¿Es usted del Barça o del Madrid?

Por Almaciguero Mayor


Cuenta el famoso hispanista John H. Elliott, incansable perseguidor del victimismo que muchas veces está ligado al nacionalismo catalán, que en su primera toma de contacto con la cultura catalana, allá por la lejana década de los 50, descubrió una sociedad fuertemente reprimida por la censura en los usos de la lengua o símbolos como la senyera. Su bautismo en la comprensión de que esa gente tenía unas señas de identidad diferentes quedó patente cuando un día, su amigo y también historiador Ferran Soldevila, le cantó la canción de Els segadors, himno catalán, que lógicamente había sido prohibida por Franco. Ver y escuchar a este hombre transmitiendo su sentimiento a la vez que las lágrimas le caían por el rostro hizo a Elliott entender lo que significaba la ausencia de libertad por vez primera. La visión de Soldevila de la Historia de Cataluña era, por tanto, muy romántica y con la denuncia de la opresión por bandera. Otro historiador, más joven que Soldevila, el muy conocido Jaume Vicens Vives, se propuso revisar la Historia catalana desde un punto de vista más objetivo, aun siendo nacionalista, dejando las ideologías preconcebidas de que España oprime históricamente al pueblo catalán, algo que le granjeó la enemistad de varios de sus colegas. El contraste de estos dos hombres es el cuento de nunca acabar, el del que es del Barça o del Madrid.

Algo que no diferencia en absoluto a los españoles de los catalanes, es el afán de ambos por llevar razón, por defender hasta las últimas consecuencias las ideas que uno tiene o que a uno le han inculcado, que viene a ser lo mismo. Es decir, si yo pienso que en Ucrania los que se han sublevado son una turba de fachas golpistas y Putin viene a salvar las almas de los pobres súbditos que le reclaman, pues es así y punto. Quien se atreva a pensar que los que han echado al presidente son gente que ha tenido valor para luchar por su país pagando incluso con su vida por ello, es un ilustre ignorante, otro más a quien cazar o convencer de que está equivocado y que la razón es sólo mía. Sin término medio, cargarse la opinión del otro, sin tomar prisioneros, a sangre y fuego. Si así somos con temas que nos pillan a unos cuantos miles de kilómetros y sobre aquella tierra que hace poco más de dos décadas era aquello tan exótico como maligno llamado Unión Soviética, imagínense cómo "defienden" unos y otros su postura ante el problema que hay en Cataluña.

Porque ya está bien de demagogia barata, lo que está pasando en Cataluña es un problema, se mire por donde se mire. En una región, cuando el president Artur Mas convoca estratégicamente (porque su gobierno iba de capa caída) elecciones anticipadas, considerándolas como un plebiscito para que si la gente quiere un referendum por la independencia vote a partidos nacionalistas y como resultado CiU y Esquerra Republicana obtienen una amplia mayoría de la cámara de representantes, es que en esa región bastante gente que quiere que algo cambie. Pero si encima en la diada de 2013 salen a la calle más de un millón de catalanes, de los siete que tiene la comunidad, a manifestarse por la independencia, indudablemente se llega a la conclusión de que algo está pasando en Cataluña, a pesar de que algunos se empeñen en el enorme protagonismo de la "mayoría silenciosa", gente que no se manifiesta ni a favor ni en contra, en la que todo el mundo por lo visto tiene su carné del Partido Popular. Siendo serios, las urnas y la calle dicen que la gente quiere la independencia. Las demagogias no tienen cabida.

Hablando de tales prácticas, cómo no hablar de las barbaridades que dijo en campaña el mismísimo president Mas, con aquello de "Espanya ens roba" ("España nos roba") para enaltecer al populacho, y que llevan usándose unos 300 años. Que no digo yo que no roben, si no que se lo pregunten a cualquier contribuyente medio, pero de Algeciras o de Lugo, de cualquier sitio. Pero hacer campaña con esa polaridad es algo bastante infantil. Igual que acudir constantemente a consultar la Historia con según qué intereses, por ejemplo con el famoso simposio (algo así como un congreso histórico lleno de señores de traje y corbata que dicen cosas muy solemnes y tajantes) organizado por la Generalitat y titulado "España contra Cataluña: una mirada histórica". Algo con una objetividad que ni el programa de la Ana Pastor, vaya. Eso sí, los historiadores que participaran aquí, espero que estuvieran bien subvencionados, que su espada tuviese buen precio, porque a estas alturas que gente con estudios, cátedras y demás acceda a defender estos disparates porque todo vale en la defensa de la causa y de la patria me parece una aberración impresentable. Qué llorón es el victimismo y cuánta gente se lo traga.

Pero si nos vamos al otro bando, las cosas no se quedan cortas, porque la cantidad de basura histórica que nos han vomitado y por supuesto siguen haciéndolo día sí día también acerca de Cataluña es acojonante, sobre todo de la derecha de este país, hábitos que tienen siglos. Un ejemplo del desconocimiento que se tiene a veces de las cosas es cuando en el siglo XVIII se acuñó el dicho popular "el labriego catalán, de las peñas saca pan", debido a que la gente no podía entender que las tierras catalanas fueran más fértiles que las suyas. Esta inocente anécdota yo creo que puede explicar una de las mayores mentiras que se venden, aquello de la nación española que nació hace 500 años (por no mencionar algunas tonterías que hablan de la gran unidad que había en la España visigótica), cuando Isabel y Fernando toman Granada en 1492. Esto es algo absurdo, porque en una nación como tal, además de que la soberanía parte de los ciudadanos y no de Dios, se tiene una representación de todos los ciudadanos en un sitio común, y unas leyes fundamentales iguales para todos. Lo cual lógicamente no se daba en la supuesta nación española de los Reyes Católicos, pero tampoco de los Austrias ni los Borbones, sino que se concibió a partir de 1812 con la Pepa.

Si nos fijamos ahora en la actitud de los políticos catalanes que quieren la consulta a cualquier precio, como ya he dicho, se centran en un discurso bastante partidista que distingue entre buenos y malos, los que están a este lado del paraíso o en el infierno. Y si alguien está en medio pues pasa automáticamente a ser un reaccionario de sus ideales, un enemigo. Todo sea por el fin de la ansiada libertad, a cualquier precio. También está la opción (estos son la minoría del CUP) de, sin preguntar a Valencia y Baleares qué les parece, tirarse a la piscina con esa idea tan utópica como irrealizable de los Països Catalans, escudándose en que las tres regiones comparten la misma lengua. Que esa es otra historia, porque por desgracia hay algunos desaprensivos que toman la lengua catalana como elemento divisor entre buenos y malos, en vez de ser conscientes de la suerte que tienen de conocer dos idiomas por el hecho de haber nacido en Cataluña. Porque el problema de algunos radica en que defienden que la independencia daría las libertades que su lengua no tiene ahora, amén de mayores posibilidades en el fomento y difusión de la misma, lo cual es un discurso que para el franquismo iba bien, pero que ahora no tiene mucho sentido. Como ejemplo véase el camino que ha tomado Irlanda en sus cerca de 100 años independientes. Cuando estaban sometidos al yugo inglés utilizaban el gaélico para afirmarse en su identidad y libertad, pero una vez fueron libres, que alguien me diga quién habla hoy ese idioma tan raro. Con esto no quiero decir que en Cataluña vaya a pasar esto, nada más lejos de la realidad, pero sí creo que no va a variar mucho la evolución del catalán tanto si consiguen la independencia como si mantienen el vínculo actual (u otro) con el Estado español.

En el resto de España, aparte de bombardearnos con noticias de que los catalanes son el mal, con gente tan mediática como Jiménez Los Santos o Esperanza Aguirre, la cruda realidad es que desde el gobierno se pasa olímpicamente del tema, algo bastante verosímil teniendo en cuenta el grado de implicación que tiene Mariano Rajoy y su cuadrilla con los problemas nacionales. Como siempre, el PP se presenta como un adalid de la democracia, un garante de la seguridad de todos, cerrando filas sus miembros al grito de: "un referendum es ilegal". Por supuesto, la Constitución de 1978, ese pacto de Estado que empieza a quedar obsoleto, es inquebrantable y nunca jamás se cambiará. Una política que hasta hace poco el PSOE compartía, pero claro, tanto tiempo sin levantar cabeza hace encender a sus líderes la bombilla, y se les ocurre la idea de que ahora hay que cambiar la Constitución para hacer un Estado federal. Así como si con eso el problema, no solo el catalán, sino todos los de España, se fueran a solucionar. Preocupante es que la "nueva" ideología del partido socialista sea la de dividir,  formar pequeños Estados, más independientes todavía que las autonomías, para que, tal y como somos los españoles, aquí barra cada uno para su casa y si te he visto no me acuerdo. 

Otro aspecto fundamental de este tema es los motivos reales del asunto: los catalanes pueden reivindicar lo que les dé la gana por los motivos que quieran, pero el resto de España, aparte de los motivos económicos, ¿tiene alguna razón para criticar que esa gente quiera irse de aquí? ¿Hay alguna razón de peso para la no independencia? Porque yo creo que ahí sí que no tiene nada que hacer alguien con dos dedos de frente, y lo demuestran día a día los políticos. Es lo de la Constitución: ¿Por qué no se puede? - Porque lo dice la Constitución. - ¿pero por qué no? - Porque lo pone aquí... y así hasta nunca acabar. Yo, como no soy de allí, no puedo entender lo que es tener esa idea de nación en común ni me voy a meter en eso. Pero como tampoco comparto esto del "juntos podemos", la "marca España" y tantas gilipolleces que llevamos aguantando, tampoco me creo esto de la nación española. Al fin y al cabo, los países son ideas que nos imaginamos los que vivimos en un territorio común con el objetivo de arrimar el hombro para no morirnos de hambre, o simplemente porque los de las tierras de al lado nos caen mal. Eso en principio, otros lo usan para llenarse los bolsillos.

Por tanto, ni comparto la ideología nacionalista, porque me parece de un egoísmo canalla, aunque sí reconozco el valor de su cultura e identidad diferentes, pero tampoco creo en la gran nación española inseparable, aunque supongo que habrá que alegrarse de ser de aquí, por lo menos porque gente digna de admirar como Buñuel y Quevedo hayan existido y nacido en España. Vamos, que soy un imbécil en tierra de nadie, y como tal unos dirán que soy anticatalanista y otros antiespañol. Del Madrid o del Barça. Equipos tan laureados que tienen el derecho a evadir al fisco lo que les venga en gana, por cierto. Si se expropiase a estos gigantes financieros igual se hablaría menos de nacionalismos y más de igualdad en este país. Aunque al pueblo nos quitaran nuestro insustituible opio.

3 comentarios:

  1. Una de las cosas que más asco me da de los nacionalismos es que se apropian de la historia y de las personas de su territorio. España fue España siempre, en el periodo visigodo eran Españoles, hasta cuando los árabes eran Españoles, y por supuesto cuando el Reino de Castilla y el Reino de Aragón eso ya era España, por supuesto. Por supuesto Cataluña fue Cataluña siempre de la misma manera. Argh.

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    Respuestas
    1. El credo del inmovilismo es ancestral. Y lo peor es que mucha gente se lo cree. En palabras de Esperanza Aguirre: "España es una gran nación, con 3.000 años de historia. Eso lo tienen que saber los niños".

      ¿Algo que añadir?

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    2. jajajajajajajaaja

      Siempre me ha encantado especialmente cuando dicen que Quevedo nació en España, por ejemplo. Es como que automáticamente le pertenecen a la nación actual todas las personas que vivieron en ese mismo territorio xD.

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