lunes, 28 de octubre de 2013

En Andalucía se habla bien. Hijos de puta


A través de éste artículo, "En Andalucía se habla bien. Hijos de puta", voy a explicar de forma razonada el natural equívoco de las respetables gentes que tiendo a conocer, calificando de manera educada a quienes en su buen derecho mantienen una opinión contraria a la mía, lo que es fácil si te encargas de la sección de leyes y eres un demagogo medianamente eficaz. Supongo que el siguiente paso lógico es hablar de física teórica en el siguiente artículo porque, ¿las leyes de la termodinámica qué son? Leyes. Pues eso: leyes, lo que es igual a Derecho. ¡Obviamente entra dentro de mi materia! ¿Y que me queda semana y media para que mi editor empiece a perseguirme por mi casa golpeando las paredes con un mazo de croquet? Puede, pero no estoy aquí para hablar de mis problemas personales.



Personalmente opino que los calvos tienen razón y esto es así. 

La evolución histórica, cultural y económica de Andalucía en relación con las demás partes del país ha ido formando esta creencia de que su forma de hablar se basa en una especie de deformación tosca y vulgar de lo que sería considerado como castellano estándar. Desde este prisma, las distintas hablas de Andalucía, a la que también se le puede incluir Murcia, cuya huerta no tiene igual, no estarían justificadas bajo los términos de acento o dialecto, si no que compartirían un mismo dialecto puro, el castellano neutro, al que sencillamente sus habitantes han ido deformando por algún motivo.

Creo que la wikipedia española atina bastante bien en los motivos de esta forma de pensar que llega a hacer que algunos habitantes del sur lleguen incluso a sentirse orgullosos de no hablar mal como sus demás ciudadanos. Así, se piensa que el habla andaluza es incorrecta por dos motivos:

Que el andaluz es una deformación del castellano. Y he visto a galleos afirmar tal cosa, no a gente de ciertas partes de Castilla que parece que hablan desde una novela de Cervantes, sino a gente del norte con su marcado acento y sus coletillas bien visibles en su forma de hablar. Por algún motivo, que en el enlace aciertan bien en determinar "extralinguístico", se ha decidido que andaluz está mal pronunciado, lo que contrasta con otras zonas donde si se hablaría un supuesto correcto castellano: Cataluña, Aragón, Madrid.... Y eso permaneciendo dentro de España, porque si nos vamos fuera es paradójico que se tienda a pensar que lo hablado en América como dialectos del castellano si es correcto, pero el andaluz no. 
Que el andaluz es producto del atraso cultural de los andaluces. Lo que sería la justificación más fuerte del profundo sentir de que aquellos andan usando mal su lengua. Mal que nos duela a todos, Andalucía lleva un último siglo a trancas y barrancas, y aunque el último despegue económico contribuyó mucho a levantar la región, Andalucía siempre ha tenido un producto principal a exportar a otras regiones: gente buscando trabajo. Eso hace que se tenga la creencia de que existe un cierto atraso en la cultura andaluza y que se tienda a englobar el mal hablar de personas que no han tenido accesos a estudios con todo un dialecto en sí. 

Pero no, lo de Andalucía son un conjunto de dialectos completamente aceptados por la Real Academia Española. Lo que no quiere decir que todo el mundo hable bien, de la misma manera que en otras partes tampoco, si no que hay que distinguir entre hablar de manera vulgar y hablar con ciertas características linguísticas aceptadas (ejemplo tosco: decir /Grabrié/ en vez de /Gabriel/ está mal dicho, pronunciar el plural de manzanas aspirando la "s" no). Recordando ante todo que lo que está mal es escribir como se habla en un dialecto, no hablarlo.

¿Pero qué es un dialecto? Podemos definirlo como un "sistema lingüístico derivado de otro, normalmente con una concreta limitación geográfica, pero sin diferenciación suficiente frente a otros de origen común". Y ahí es donde interfieren todas las leyes lingüísticas que no voy a poner porque soy un demagogo cabrón que usa el concepto de Ley para hablar de temas y luego tiene el descaro de ni siquiera ponerlas, además de que sé que no os las ibais a leer, que nos conocemos, audiencia mía. Es en este punto donde yo abandono el país para que mi editor no me raje y entierre mi corazón en un cruce de caminos.

Aunque sí os voy a poner sus características esenciales porque, al fin y al cabo, alguna parte del artículo os tenéis que saltar para que yo sienta que estoy haciendo bien mi trabajo:
  1. Ausencia de contraste entre lo que comúnmente consideraríamos la pronunciación de la "c" y de la "s". En sus variantes de ceceo o seseo. 
  2. Una aspiración o pérdida de la "s", lo que crea una mayor variedad de vocales pronunciadas (entre las abiertas y cerradas para distinguir entre el plural y el singular).
  3. Falta de contraste entre la "l" y la "r".
  4. Supresión de la "d".
  5. Debilitamiento de la fuerza con la que se pronuncia la "ch".
Vamos, que nos pasa algo en la boca por la que nos comemos letras y tenemos una mayor riqueza de vocales. Ea, arsa, illo y po' eso.



Monsieur le Tupé. 

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