miércoles, 26 de febrero de 2014

Aún hay luz en el país de las tinieblas (pronósticos Oscar 2014)

Por Almaciguero Mayor


Recuerda Luis Buñuel en sus lúcidas e impagables memorias que en un encuentro que tuvo con el famoso director de Hollywood Nicholas Ray, el creador de clásicos como Johnny Guitar y 55 días en Pekín, este le manifestó su inmensa adoración, no solo por su habilidad y genialidad en el arte de dirigir cine, sino especialmente por su capacidad de mantenerse alejado de las grandes industrias, que bajo ningún concepto dejarían que las brillantes ideas que pululaban por esa mente maravillosa fueran trasladadas a la gran pantalla sin censurar. Por supuesto, Buñuel disponía de cuatro reales para elaborar su cine, así que cuando invitó al afamado director a realizar sus mismas y precarias prácticas, este le dijo que recortar en sus grandes producciones en aras de dar rienda suelta a su inventiva sería entrar en decadencia, caer en desgracia a ojos de las productoras, de manera que estaba atrapado en una industria que le obligaba a gastar el mismo dinero o más en cada película, aunque solo fuese para sobrevivir en ella.

Por eso, con esta realidad tan devastadora, impulsora del gastar porque sí en el Hollywood de los 50 y 60 (o el de siempre), es de recibo pensar que las cosas en el mundo de las ideas cinematográficas al otro lado del charco no estén en la actualidad atravesando su mejor momento, que esto, lógicamente, ha ido a mucho más. Sin embargo, invita a la reflexión que hoy día la producción sistemática de adaptaciones de novelas estúpidas, pero sobre todo las inagotables secuelas, precuelas y requetecuelas de superhéroes y demás es una constante en el cine comercial, que estos sean los productos más consumidos por el público, y antes lo fueran obras eternas como Casablanca, El apartamento o El Padrino.

Pero a pesar del desolador panorama que nos está tocando vivir, todavía siguen existiendo directores que ponen su arte a disposición de historias que les atraen magnéticamente, que identifican con su forma de entender el cine o que ellos mismos escriben, amén de guionistas con imaginación y productores con olfato que entienden que aunque esto sea un negocio, no solo de espectos especiales vive el espectador medio. Este año, tenía poca o ninguna esperanza de que las películas que más me gustan cuando son buenas, o sea, las norteamericanas, tuvieran una representación de altura en la gala de los Oscar, visto lo visto el año pasado, donde excepto Django desencadenado, La noche más oscura y la sorpresiva inclusión de la película de Haneke Amor, el panorama dejaba bastante que desear. Pero para esta edición, película tras película, he podido constatar que hay brotes verdes, que no todo está perdido como dicen algunos, incluido yo mismo en ataques de apocalipsis mental. 

Me ha gustado mucho la bonita, entrañable y graciosa Nebraska, con aire nostálgico y excelentes interpretaciones. He gozado como un enano (por frívolo que parezca) viendo el retrato tan bárbaro que ha realizado Scorsese sobre el mundo del capitalismo salvaje y del engaño en El lobo de Wall Street. A pesar de mis reticencias iniciales, tengo que rendirme al amor cibernético y triste, al retrato de la soledad y a la hondura de Her. Con Dallas Buyers Club asisto impresionado a una historia que aterra y turba el ánimo al principio, y más tarde hace que aplaudas a sus protagonistas, que se enfrentan a lo establecido y a los bastardos que siempre lo organizan todo para quedar impunes. Philomena huye de la sensiblería para apelar a los sentimientos del espectador, conmoviendo y haciendo reír a partes iguales. Capitán Philips tiene momentos tensos y espectaculares de primer nivel, con un estilo muy realista. Puede agotar la horterada que ha montado David O. Russell en La gran estafa americana, que sin ser gran cosa, cumple con su función de entretener. Pero sobre todo, me fascina, me atrapa y me deja pegado a la butaca esa maravilla que es Gravity, la Odisea espacial que se ha inventado Alfonso Cuarón, en la que un Ulises femenino quiere regresar a Ítaca aunque no esté esperándole la bella Penélope. Esta sería mi favorita, pero estoy convencido de que va a ganar el duro relato (y un tanto maniqueo) que hace Steve McQueen de la esclavitud en 12 años de esclavitud, director del que algunos esperábamos más. Por aquello de que es una historia de estas que gustan en Hollywood, sobre todo para que los académicos se sientan bien consigo mismos.

En cuanto al resto de categorías principales, yo me decantaría por mejor director al responsable de Gravity, el mexicano Alfonso Cuarón, que hace un ejercicio de cine muy brillante y nos da la sensación más real que el cine haya visto de estar en el espacio. Tampoco me importaría que ganaran Martin Scorsese o Alexander Payne, quienes hacen, cada uno en su estilo, películas admirables. Respecto a las actuaciones, este año ha habido, en general, bastante calidad. A pesar de que Matthew McConaghey está increíble en su papel de un hombre aquejado de SIDA, me quedo con Leonardo DiCaprio, que con su continuo frenesí interpretativo te contagia el desfase y colocón que ese tipo vivió, además de pasártelo muy bien viéndolo en pantalla. En cuanto a los escuderos masculinos, siendo los que más me gustan Michael Fassbender y Jonah Hill, me voy a quedar con el primero, por dar vida admirablemente a un monstruo esclavista. Para las categorías femeninas, me parece que aunque los grandes elogios de la crítica y los premios la avalan, Cate Blanchett no está tan bien como dicen, o por lo menos, no tan bien como la mejor actriz del mundo, Meryl Streep, que vuelve a comerse su papel en Agosto, donde da vida a una anciana peleada con su familia y adicta a las pastillas. Abordando a las actrices secundarias, la que más me ha gustado a mí es June Squibb, que está casi mejor que Bruce Dern (que ya es decir) en Nebraska, interpretando a una mujer también anciana, autoritaria y graciosa.

De todas formas, si uno quiere ver el mejor cine que va a ir a la gala, lo suyo es echarle un vistazo a las películas de habla no inglesa, donde está esa hipnótica y poética maravilla que es La gran belleza, una película imprescindible de este año (pasado), que a pesar de que gente muy culta y preparada como Javier Marías diga que es una mierda, para mí es de las mejores cosas que le han ocurrido al cine en el último año. Pero, mire uno lo que mire, sí que está claro que la cosecha este año no se ha quedado mustia, aún quedan algunos califas en Al-Andalus, los mejores directores del cine norteamericano (salvo alguno) han acudido a la cita, para beneficio del agradecido espectador. Otra historia será que estas películas ganen en taquilla a Los juegos del hambre o Iron Man, o que superen en calidad a algunas películas europeas. Pero, por lo menos de momento, tampoco le pidamos peras al olmo.

2 comentarios:

  1. cagoenlalesshe@cobrareal.com27 de febrero de 2014, 17:36

    ale, ya tengo dosis peliculera para después de los exámenes xD

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    Respuestas
    1. Especialmente tienes que ver Gravity, El lobo de Wall Street, Her y Nebraska.

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