miércoles, 19 de junio de 2013

¿Así se las ponían a Felipe II?



En estos tiempos aciagos en los que la Historia no es más que un cuento, o por lo menos la mayoría lo toma como tal y no como una sucesión de situaciones, casualidades y jocosidades que nos han llevado al día de hoy, es normal que haya más de una confusión en lo que a las expresiones se refiere. La lengua castellana, en su inmensa riqueza, siempre se ha caracterizado por un fuerte componente que pertenece a la tradición popular y al boca a boca. Así a lo largo de unos cuantos siglos hemos llegado al mezcleje que tenemos hoy día, en el que prácticamente ni dios habla un castellano en condiciones.

Precisamente como de expresiones va el tema, vamos a analizar una bastante común: "así se las ponían a Felipe II". Esta locución se utiliza para calificar una situación de extrema facilidad o comodidad, en la que hace falta poco más que mover el meñique para llegar a buen puerto, lo que vulgarmente es conocido como algo que está "a huevo". Como ejemplos para ilustrarlo podrían utilizarse el futbolístico de los goles a puerta vacía, en la que el jugador de turno se encuentra con el balón en los pies ante una portería desguarnecida, sin portero, o la ya no tan reciente victoria de Mariano Rajoy en las elecciones de 2011. Un ejemplo más claro que la facilidad con la que el pueblo español otorgó al líder popular los designios de la nación, es imposible que se me venga a la cabeza.

No obstante, el uso que se le está dando a esta frase es incorrecto, la expresión adecuada sería "así se las ponían a Fernando VII" ¿Y por qué es así ? La respuesta está en el humor típico del pueblo, que de siempre ha sido de naturaleza pícara. Cuando uno piensa en Felipe II le viene a la mente el que fue el primer rey de una España Imperial, con corte permanente en Madrid, que llegó a poseer unos dominios en los que el Sol nunca se ponía, el defensor a ultranza del catolicismo, más papista que el Papa, que llegó a construir el Monasterio del Escorial, y también el dueño de los mayores ejércitos de la Tierra en su momento. La Contrarreforma y demás barbaridades que aislaron a España del resto de Europa fueron lo que cimentaron la posterior caída de España, además de la Leyenda Negra que giraba en torno a su figura. Pero la imagen que se tiene de este señor es la de un rey solemne y defensor de España y la cristiandad con sus discutibles pero efectivos métodos. Eso aquí, claro, en Europa lo verán como un tirano, más digno de ser hijo de Lucifer que otra cosa, pero eso ya es otro cantar.

Si tenemos éste, que fue el último gran rey de los Austrias, por un lado, tomemos ahora la figura de Fernando VII, rey más reciente, pero que ha pasado a la Historia como un cobarde, un traidor y un bellaco. Este borbón desde que tuvo consciencia conspiró contra su padre para arrebatarle la Corona. Para cuando la consiguió se la vendió a Napoleón en Bayona por 4 reales y una finca de lujo en Francia. Y mientras tanto, el pueblo luchaba por su rey y su libertad, algo que a su vuelta cortó de raíz, restaurando el absolutismo más absoluto, persiguiendo a los disidentes, dándole coba a la Inquisición y cuando había un levantamiento, a correr otra vez debajo de las faldas de Francia. Un cerdo de los de toda la vida, pero de sangre azul, y además, como bien diría Pérez-Reverte, un perfecto mierda.

Así que el origen de la expresión, una vez comparados ambos reyes, resulta bastante obvio, pues si bien a ambos reyes les darían facilidades para hacer lo que les viniera en gana, es más razonable pensar que quien necesita ayuda sería un incapaz de valerse por sí mismo, un pusilánime que no sabe dirigir un pais, o séase, un Fernando VII. No nos olvidemos que fueron nuestros antepasados del pueblo llano los que se inventaron esta expresión de comodidad real, en tono sarcástico, y a uno de los mejores reyes que hemos tenido no se la van a atribuir, claro está. De todas formas, veremos a ver si esta expresión no se cambia en el siglo XXIII por "así se las ponían a José María Aznar". Porque como de aquí a unos años se ponga a la cabeza del Partido Popular, no sería de extrañar (espero equivocarme) que todos los que dieron su apoyo a Rajoy votasen sin contemplaciones al del bigote, una vez más.


Pero eso es otra historia.

1 comentario:

  1. Buen artículo, pero solo un apunte: Vete a cagar con tu Aznaritis.

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