jueves, 21 de marzo de 2013

Georges Brassens, el "chansonnier" pornógrafo



Vuelve la pornografía al blog, pero esta vez de un modo bien distinto. La pornografía, además de ser bálanos volando doquiera que se requiera una excitación, se define como una muestra obscena, que ofende al pudor, y en la forma puede ser tanto literaria como artística. De modo que cuatro vascos, cada uno en la esquina de una habitación espetándose "jódete, jódete" podría considerarse como una manifestación artística pornográfica. Pero el resumen al absurdo solo nos sirve para aligerar el proceso cognitivo de un término, ya que lo que nos ocupa en este post es una pornografía mucho más estudiada, letrada y como no, tan ácida como el vino más torpemente fermentado. Así pues, hablemos de Georges Brassens, ese poeta pornógrafo que hizo de su anarquismo su arma fálica más dura, dando "vergazos" a todo aquel que se opusiera a una persona libre, que diera cobijo al ladrón y a los filibusteros que moran las casas subvencionadas con el dinero del vulgo.

Y para presentarse, mejor que mi prosa sus versos, así que empezamos con "Je suis un Voyou" (Soy un granuja):
He perdido el norte
al perder a Margot,
que se casó, contra su voluntad,
con un triste santurrón,
ella debe tener en este momento
dos o tres críos que lloran
para que le den de mamar
y yo, yo he mamado de su madre
mucho antes que ellos.
Que el buen Dios me perdone
yo estaba enamorado.

Que me perdone o no
por otra parte, me trae sin cuidado
Yo tengo ya mi alma condenada,
soy un granuja
.


Ya desde su primer disco dejaba clara como iba a ser su pluma, un arma de doble filo, que hace reir al oprimido y encorajinar al fantoche. La religión casta y pura no fue lo suyo y hablar de las bellas damas... eso sí, pero no de su belleza inmaculada esculpida por los ángeles y guardada también por estos, pues en ese extracto de la canción le muerde los pechos a la dama mientras ella ora, y relata que ella lo aparta, pero como toda mujer es fachada y le vuelve a dejar mamar de sus senos los cuales mamarían sus futuros hijos.
<< Dios, si existe, exagera >> (Georges Brassens)

Le Gorille

Pero claro que no todo va a ser follar, ¿o sí? Una de sus más impactantes y afamadas canciones habla de un gorila que anda suelto por las calles de un pueblecillo. Todas las madres recogen a sus hijas en casa, ¡que no vean al gorila! Pues este, en pleno jolgorio hormonal corre deseoso de encontrar un hoyo donde perder su virginidad. Al saber esto, las niñas que antes miraban sus noblezas con rijosos ojos se ocultan. Pero la suerte no es igual para todos y pilla por sorpresa a un juez y una vieja decrépita. ¿Qué haría el oyente? ¿A quién elegiría? Claramente a la vieja decrépita, ¿no?, que aún teniendo las carnes descolgadas sigue siendo fembra. Pero no, el simio prefiere al joven juez y se dispone a sodomizarlo. El juez que se creyó salvado ante la disyuntiva macho/hembra presente, ahora grita horrorizado, "¡Mamá!" y llora, como el hombre al que hizo cortar el cuello esa misma tarde.


Encarcelado por un desafortunado accidente de desaparición de joyas, Brassens pasa un año a la sombra. Cuando sale de prisión consigue un trabajo en Renault, el cual pierde al destrozar la fábrica una de aquellas bombas que solían caer entre el '39 y el '45 en el postnombrado estado Vichy. Poco después lo mandan al frente alemán, pero una vez allí escapa, convirtiéndose en un deshonroso déserteur permaneciendo escondido en la habitación de L'Auvergnat de marzo de 1944 hasta el 24 de agosto, día de la liberación de Francia. Es aquí cuando su vida se calma y comienza su carrera como anarquista activo intentando fundar su propio periódico y escribiendo para uno de su misma ideología posteriormente. Pero su pluma le delata, y descubierto por la cantante Patachou empieza a cargar en bares de los suburbios franceses y escenarios subterráneos contra la burguesía francesa.
<< El mejor vino no es necesariamente el más caro, sino el que se comparte. >> (Georges Brassens)
Brassens es un mago de la metáfora, sutil e insultante, que transmite una tranquilidad al ser contada que no es capaz de causar sobresalto ni escándalo más que cuando se piensa. Ironiza con los bienaventurados aburguesados y no tiene problema en usar palabras malsonantes de las cuales no hace excesivo uso más que el suficiente para el chirrío de los oídos nobles, e incluso se ríe de sí mismo y del uso de éstas, su medio de trabajo. Una imprescindible:

Le Pornographe


Antes, cuando era un niño
Le tenía fobia a las palabrotas
Y si pensaba “mierda” bajito,
No llegaba a decirlo
Pero
Hoy día que mi medio de sustento
Es hablar como un bufón
Ya no pienso “mierda”, pardiez
Pero lo digo.

Mi mujer es, dicho sea de paso,
De un natural concupiscente
Lo que la lleva a ponerse desnuda
Debajo del primero que llega
Pero,
¿Me está permitido, seamos sinceros,
de contarlo en el café-concert
sin decir que ella padece
de ninfomanía sobreaguda?
Yo soy el pornógrafo
Del fonógrafo
El polizón
De la canción



Si el lector conoce su trayectoria ya sabrá que no me queda mucho para que le hable de sus imitadores y admiradores españoles los cuales permitieron que su canción trascendiera al sur del pirineo. La Mandrágora, aquel bar del barrio de La Latina se convirtió en el escenario de un disco improvisado por Javier Krahe, Joaquín Sabina y Alberto Pérez. Javier Krahe siente absoluta devoción por Brassens. Es una de sus B, entre las que cuentan Buñuel y Borges. Tanto es así que cuando iba a rondarle la otra noche a Marieta no era más que la versión española de Marinnete; y el vecindario donde algún niño se haga pis es un barrio francés con urea y amoníaco de un niño francés, probablemente de Sete, la canción L'Orage.
<< Era el más sabio y el más anticonformista, pero anticonformista por dentro, no por fuera. El más grande de todos, el Johan Sebastian Bach de la canción de autor. Cuando cuidaba las vacas iba cantando las canciones de Brassens hasta que descubrí la profundidad de sus canciones, y si estoy en la canción es gracias a Brassens. >> (Paco Ibañez)
Y probablemente a la más afamada canción de Brassens le puso voz Paco Ibañez y no es otra que La mala reputación, la cual nos canta ahora Brassens, con esa pronunciación de la "r" que parece el ronronear de un gato:

La Mauvaise Réputation




A los 60 años, un Brassens ya envejecido muere por un cirrosis hepática. Murió donde vivió, en un suburbio de Ste, su pueblo natal. El testamento fue otro de sus grandes éxitos, el premeditado epitafio que antaño escribió con ironía y una gran profanía: <>. Añade que todavía sueña con una enamorada, con decir una vez te quiero o <>, que es la margarita de los muertos. Y por último aconseja con ironía implacable a su viuda que se case con un hombre parecido a él y así le sirvan sus zapatillas, sus botas, sus trajes, que fume su tabaco y beba su vino, pero que nunca por favor azote a sus gatos.

Cuentan Sabina y Krahe que tras escuchar el disco Trompe La mort de Brassens, quedaron tan alucinados que se pusieron a escribir una canción cada uno y de allí salieron dos genialidades de la música de autor española que son Pongamos Que Hablo De Madrid y Dónde Se Habrá Metido Esta Mujer, las cuales aseguran que son pura inspiración de Brassens.

Solo me queda añadir que Brassens ha sido por los jóvenes y menos curiosos musicalmente ese artista olvidado y desconocido, derrochador de genialidad que ha inspirado a cantidad de músicos con tan solo un contrabajo, una guitarra y unas de las mejores letras que vaya a escribir la ironía humana. Su huella queda en Serrat y su Penélope (Penelope de Brassens), en Loquillo y su Feo, fuerte y formal (Le copain d'abord de Brassens). Ha quedado en la tinta de las plumas de muchos de nuestros artistas más reconocidos, y aquí le hago yo mi particular homenaje.




- Lista de sus canciones en Spotify.


Por Conde Chócula (Aresti)

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