Cuando nos disponemos a ir al cine, ese plan otrora tan popular y ahora tan doloroso para el bolsillo, se suele hacer casi siempre por una de estas tres razones: o se es un amante de las ficciones audiovisuales, o es el plan que ha propuesto nuestra pareja (vamos, que hay que ir por narices), o bien porque no hay nada mejor que hacer y nos vemos seducidos por algún estrenazo, taquillazo o como se le quiera llamar, tras la bombardera sutil y asesina delicada campaña publicitaria a la que nos someten las productoras. Dentro de este grupo de gente, si nos quedamos con los que van al cine porque les gusta realmente, tendremos un porcentaje bastante reducido, y si rebuscamos muy entre lo hondo, quizá en lo más profundo del saco, encontraremos un grupo minoritario a más no poder: aquel espectador que se interesa por las producciones históricas.
Está claro que uno va al cine para entretenerse, a ser posible de forma agradable y sin pasarlo mal, pero hay veces que la gente asidua de la ficción histórica en el cine tiene que apechugar con cada bodrio perpetrado por los mayores villanos que la Tierra haya visto, en forma de manipulación de la mente, que se le quitan a uno las ganas de volver a pisar una sala de cine. Otras veces estas historias cojean por haber elegido guiones que rozan el ridículo, o que simplemente no son nada apasionantes (y anda que no hay historias interesantes dentro de la Historia), por lo que el respetable se puede quedar a medio camino entre la carcajada y el bostezo.
Y como para dormir ya tenemos nuestras salas de cine y para ver películas nuestras camas (¿o era al revés?), me dispongo a hablar un poquito de un género dentro del histórico, que ha sido bastante explotado (y además suele mezclar las camas con el cine, todo sea dicho): no me estoy refiriendo a otra cosa que a los dramas de época. Estas producciones son aquellas que abordan una historia, ya sea real o ficticia, dentro de un marco histórico, que en su inmensa mayoría corresponde a los siglos XVIII-XIX. Dicha historia versa sobre las desgraciadas aventuras y desventuras de un protagonista, o de trágicas relaciones amorosas entre los personajes. Lo habitual es que ambos elementos se viertan y agiten formando un delicioso cóctel. Para entendernos, son las típicas historias de gente con pelucas y vestuarios grandilocuentes, que viven en palacios gigantes, las típicas historias que le gustan a nuestras madres.
Fotograma de 'Las amistades peligrosas' |
Los dramas de época suelen tratar (aunque no tiene por qué) las relaciones que se establecen entre los distintos personajes pertenecientes a la alta aristocracia, las intrigas de palacio en las que se inmiscuyen y sus más ocultas pasiones. Esa misma alta sociedad en la que cada miembro tiene en la falsedad el espejo predilecto en el que mirarse, donde las traiciones están a la vuelta de la esquina. Básicamente el gran interés de ciertos dramas de época es ver quién consigue mantener el tipo, quién juega mejor sus cartas, quién es más falso de quienes están compitiendo por un determinado objetivo, ya sea arrebatar unas tierras al primo para regocijarse en su desgracia, o ponerle los cuernos a la mujer de un amigo y luego ir de burdeles con él. Es esa misma nobleza hipócrita que fue retratada en sus más bajos y humillantes fondos por ese genial cineasta que es Luis Buñuel, y esa joyita satírica que fue 'El ángel exterminador'.
Una vez explicado grosso modo en qué consiste eso del drama de época, si uno se coge la cartelera de los últimos meses y de lo que está por venir, mirará y dirá: --¡Ostia, Patxi, si parece que hay tres o 10 dramas de estos!--. Y es que, en efecto, los dramas de época están últimamente de moda: la psicológica y bastante interesante 'Un método peligroso', amén de las enésimas adaptaciones de los clásicos más clásicos como 'Cumbres borrascosas', 'Grandes esperanzas', 'Los miserables', 'Jane Eyre' o 'Ana Karenina', entre otras. Ni que decir tiene el tremendo éxito que está cosechando en U.K. la serie de televisión 'Downton Abbey'. Los resultados podrán ser más o menos mejores, pero la idea está clara. Y es que, si bien se puede decir que estamos en una década horrible a nivel de ideas culturales y por eso están resurgiendo estas grandes historias que fueron escritas en su día por Victor Hugo, Dickens, Tolstói, etc, mientras estén bien ambientadas y representadas con cierto tino, la película va a ser, a la fuerza, interesante.
Es entonces cuando el curioso lector se pregunta, ¿y a cuento de qué viene todo este recital de cine de época? ¡Si eso sólo son penurias! Pues bien, estas tribulaciones escritas anteriormente, tan propias de alguien que se eriza al oír el erótico sonido de un clavichémbalo, se deben a que recientemente ha asaltado la cartelera española, un excelente drama de época danés: 'Un asunto real'. La dirige Nikolaj Arcel, el que fuera guionista de la primera adaptación de 'Millenium: los hombres que no amaban a las mujeres', un cineasta que he de reconocer que me era totalmente desconocido y vaya si me ha resultado satisfactorio contemplar una película suya.
Fotograma de 'Un asunto real' |
'Un asunto real' trata, como su propio nombre indica, de un suceso histórico real, que es sobre el que gira toda la trama. Nos situamos en la Dinamarca del último tercio del siglo XVIII. La princesa inglesa Carolina Matilde es obligada a desposar con el rey danés, Cristián VII. Toda su vida ha soñado con ese momento, creyendo que su rey va a ser un príncipe azul, pero todo lo contrario, es un joven impetuoso y medio loco, que a veces más que un adulto parece un crío consentido, más fan de las rameras de los burdeles que de su joven esposa. Durante un viaje por Europa, el rey contrata a un médico alemán, Johann Struensee, hombre culto, de ideas ilustradas y con gran conciencia social. Struensee se convertirá en amigo del rey y poco a poco le irá influyendo para crear un gobierno a su antojo. A la par médico y reina van entablando una amistad que va en otra dirección, y hasta aquí puedo escribir.
Tras arduas investigaciones en el fantástico mundo de Wikipedia, fuentes alternativas y en todos los entresijos del bolso de Mary Poppins, descubro que la película es fiel a la Historia, es decir, que con lo que estamos viendo para nada nos la están metiendo doblada, y eso es muy de agradecer. Obviamente, algunas situaciones están dramatizadas de más, pero seamos
serios, si se hiciera una película histórica al pie de la letra, sería
más aburrida que un guión con sus giros y sus frases célebres. Aunque el hecho de que no nos estén engañando no es para menos, puesto que en Dinamarca la historia que se narra en la película es famosísima, se enseña en las escuelas y todo, y en esos países no es como aquí en España, que Spielberg nos pone como si fuésemos todos los españoles unos esclavistas negreros en 'Amistad' (1997) y no pasa nada. No, en Dinamarca al que manipule su historia con ánimo de lucro poco más que lo queman en la Plaza Mayor de Copenhague.
La película nos presenta una época perfectamente recreada, con un vestuario y ambientación impecables, se nota que se han gastado los dineros. Es una obra que no es corta (su duración es un poco superior a dos horas), pero en todo momento el interés es indudable, conforme van sucediéndose los acontecimientos te va atrapando su absorbente trama, y el tiempo vuela. Esto es uno de los mayores aciertos de la película, ya que los dramas de época muchas veces se desvirtúan preocupantemente hasta el peñazo más absoluto, y este es todo lo contrario: entretenimiento puro. Por otro lado, la historia de amor que se nos presenta es emotiva, sin caer en el melodrama simplón, y la trama política que también se aborda no hace sino mejorar el metraje.
Fotograma (más bien parece foto) de 'Barry Lyndon' |
Si del reparto hablamos, sólo se puede alabar, entre los tres actores principales hacen que la película sobresalga. Si la actriz que interpreta a la reina, Alicia Vikander, está estupenda, poco se puede decir del intérprete que da su cuerpo y voz al médico Struensee, ese excelente actor danés que es Mads Mikkelsen, a quien muy prontito veremos dar vida en televisión a un Haníbbal Lecter de mediana edad. Por último Mikkel Boe Følsgaard, actor no profesional hasta el momento de hacer la película, hace creíble al rey loco que está interpretando con una soltura digna de elogio. Por cierto que Lars Von Trier ha colaborado en el guión del film, dato bastante curioso, pues la película tiene un trabajo tremendo de producción, y él es el creador del movimiento dogma, famoso por hacer las cosas a pelo.
En definitiva, que os animéis a echarle un ojo a películas de este estilo, porque hay algunas realmente buenas como 'Barry Lyndon', que es una maldita obra maestra, y 'Las amistades peligrosas', en la que los juegos sexuales de los aristócratas franceses nos sirven para entretenernos con sus pillerías. Y para aquellos miembros del sexo masculino a los que les dé vagancia extrema tirarse por este tipo de cine por miedo a perder su hombría, les diré que servidor es un gran admirador del deporte rey y simpatizante de los de riesgo, como la caza mayor de ocelotes o el ajedrez.
Pero eso es otra historia.
A mí me gustó bastante, el cine danés (sea o no dogma) sigue dando cosas buenas :) Los actores están geniales, siempre he tenido predilección por Mads Mikkelsen y en cada película que lo veo lo borda aún más. Como dijo un amigo después de verlo en ésta "Tiene el aura de las grandes estrellas de antaño".
ResponderEliminarNo sabía que Lars von Trier había colaborado en la película. Aunque fuera uno de los creadores del movimiento dogma, parece que últimamente ya se estaba dejando un poco eso de hacer las cosas a pelo, ¿no? Lo digo recordando su última película, Melancolía xD
Las amistades peligrosas no la he visto, apuntada queda.
Por cierto, genial el post.
Yo Melancolía no la he visto, pero efectos especiales por lo visto le mete unos cuantos. Yo creo que eso del dogma ya pasó de moda, ahora se va a dedicar a hacer películas filosofísticas sobre el fin del mundo, con pechos de mujeres de por medio, por supuesto.
EliminarSi te gustó Un asunto real la de Las amistades peligrosas la tienes que ver YA.
¡Muchas gracias por tu comentario Laura!
Sí que parece que el dogma pasó a mejor vida, una pena, tenía su encanto.
EliminarSean dogma, filosofísticas o tirando hacia el porno (como parece que será ésta última), a mí me sigue llamando la atención el cine este hombre así que, que haga lo que quiera pero que haga algo :)
Gracias a ti, un placer leerte.
Pena de quema en plaza de pueblo al Código Penal ya.
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