viernes, 18 de abril de 2014

¿Memoria histórica? No, gracias

Por Almaciguero Mayor.


Según los Evangelios, Jesús le dijo proféticamente al apóstol Pedro que antes de que cantase el gallo, tres veces le negaría, a lo que este respondió incrédulo que eso nunca pasaría. Efectivamente sí pasó, y del mismo modo, ha ocurrido con el mundo del cine documental, que hasta tres veces se nos ha negado el estreno de películas a los que no vivimos en las grandes urbes que son Madrid y Barcelona. Está claro que los que se dedican a esto, o sea, los exhibidores, buscan programar en sus cines las películas que más conecten con el gran público, con las que sepan que vayan a hacer taquillazo para nutrir sus necesitados bolsillos y poder admirar con el símbolo del dólar (o del euro) en los ojos a los drogadictos devoradores de palomitas o de refrescos que se dejan la pasta para satisfacer sus ansias de molestar al espectador vecino.

Es por eso que algunas películas, que no tienen por qué ser mejores, están condenadas a pases marginales en horas intempestivas para el sufrido cinéfilo, o en otros casos, como en el nos ocupa, directamente nos tendremos que conformar con la larga espera a que las saquen en deuvedé, salvo que practiquemos un éxodo a tierras madrileñas o catalanas. O, por qué no decirlo, ejercer de corsarios de la cultura y piratearlas, porque no queda otra. Miento, en algunos náufragos casos igual podemos contar con la vana esperanza de que la filmoteca local adquiera la película por su interés, pudiendo con ello permitir a la plebe su visionado con un cierto retraso de su estreno en las salas. Pero este tipo de iniciativas admirables sólo te da la certeza de que agarrarse a los clavos ardiendo no es bueno para calmar el ánimo del espíritu.

El aclamadísimo documental titulado The act of killing que recientemente recibió el Oscar a mejor documental, y que cuenta desde el punto de vista de los ejecutores las terribles matanzas de comunistas (en estos casos presunción y culpabilidad van de la mano) que acontecieron en los 60 en Indonesia. La imagen perdida, nominado al Oscar a mejor película extranjera, habla del horror que supone estar esclavizado por el régimen comunista de Camboya en los 70, de cómo esos bárbaros que en nombre de la revolución se cobraron las vidas que les vino en gana asolaron una nación. En El último de los injustos, el realizador Claud Lanzsmann recopila una serie de entrevistas al que fuera último presidente del Consejo Judío del campo de concentración de Theresienstadt, aquel lugar que se tomó como el mejor ejemplo de que un gueto ideal en la Alemania nazi era posible. Fue presentado en el festival de Cannes.

Dos películas con presencia en los Oscar y una con la firma de Lanzsmann no son cosas tan marcianas como para sacarlas de su hábitat natural, la sala oscura. Pero igual en la España que nos ha tocado vivir, documentos que hablan de temas tan espinosos como la memoria histórica no interesa, por lo menos, darles publicidad, aunque sean de otros países y hablen de genocidios. Rebuscar en la Historia para conocer mejor nuestro pasado siempre ha interesado a unos o a otros para defender sus causas, porque en la España de hoy (y la de ayer) siempre estamos enfrentados. Progres fachas, no hay término medio. Aquí si perteneces al primer grupo, tienes que pensar que la República fue la democracia idílica, la Arcadia, en la que las revoluciones mineras, la ocupación de Casas Viejas y el tiro a la barriga o los asesinatos por la calle nunca ocurrieron. Si eres de los segundos, que ahora se llaman a sí mismos liberales, tienes que abogar por la Constitución, la unidad de España y la democracia, de la que eres un acérrimo defensor. Pero en tu mente retorcida tienes que pensar que la República nunca fue democrática, sólo un golpismo encubierto, y defender a Franco de los que digan que era un dictador. Tienes que pensar como Mayor Oreja, que con el caudillo se vivió muy plácidamente y que no hay que condenar en ningún caso el franquismo.

Así somos en España, por supuesto defendiendo tus argumentos con el arma fundamental que es gritar más fuerte que el de enfrente, porque así llevas razón. Tenemos un tremendo problema de asimilar nuestro pasado, motor imprescindible para mirar al futuro, y las viejas rencillas y heridas nunca se van a subsanar. Porque por mucho que los del PP se empeñen en decir que lo de la memoria histórica son ideas demoníacas zapateriles y que de la Guerra Civil no hay que hablar más, es cuanto menos inpresentable que esta gente defienda estas ideas cuando hay todavía sin encontrar, enterrados en cualquier cuneta, los huesos de 130.000 personas. Somos los segundos en esta triste liga, tras Camboya, lo que dice muy poco a favor de nuestro país. Y si uno escucha a Rafael Hernando, portavoz adjunto en el Congreso del PP decir lindezas como "hay más de uno que se ha acordado de su padre o de su madre para coger la subvención", refiriéndose a todo esto, a uno le dan ganas de apropiarse los versos de Leo Ferré: "soy de otro país que el vuestro".

En este discurso uno no puede evitar acordarse de las víctimas de ETA, a las que diversos grupos políticos han abrazado como si fueran sus hijos, para que les lloren en el hombro, utilizándolas incluso como armas arrojadizas, manteniendo viva la llama de su dolor, por meros intereses políticos. Fue lamentable ver a la plana mayor del Partido Popular encabezando la manifestación a favor de la doctrina Parot, protestando porque los tribunales europeos la hubieran derogado, donde se dijeron memeces como que los socialistas eran malvados por no estar con las víctimas, en contra de Europa. Qué héroe trágico y abanderado de las causas perdidas que es el tal Rajoy, pidiendo que vuelva una doctrina claramente contraria a la Constitución que tanto defiende. Para unas víctimas tanto, para otras, las que sólo piden poder localizar los huesos de sus seres queridos, nada. Y la gran masa de millones de españoles sigue depositando el voto para los demagogos que dicen habernos sacado del hoyo. Da pavor.

Fernández-Díaz y Gallardón con las representantes de la AVT

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo en que se debería estrenar más cine documental, y ser más conscientes de nuestra historia, no caer en el olvido, tener presente por lo que hemos pasado, por lo que han pasado nuestras familias, estoy de acuerdo en lo que dices de ''asimilar nuestro pasado, motor imprescindible para mirar al futuro'' para para darnos cuenta de los limites más bajos que puede caer el ser humano y sobretodo no volver a caer en los mismos.Pero creo que es fundamental,aunque algunos no les guste remover el pasado, que una buena película documental te ponga los pelos de punta mostrándote solo una pequeña parte de nuestro pasado.

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  2. Conclusión: Deberían hacerse test psicotécnicos a la hora de votar, porque me sigue pareciendo increíble que semejantes demagogos y mentirosos (que ni se preocupan en ocultar sus contradicciones) sigan teniendo en tantos rincones del estado mayoría… U_U

    PD. Muy bueno el artículo! :) y muy de acuerdo también con los primeros párrafos jejeje

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