viernes, 20 de septiembre de 2013

Los bichos chungos


Vale, en la serie era un virus, pero anda que no tenía cara de mala persona.

A muchos de vosotros os sonará el CDC (Centers for Disease Control and Prevention, Centros para el Control y Prevención de Enfermedades) porque son los estadounidenses que siempre se encargan de dar comunicados cuando hay una pandemia zombi. Bueno, amantes de los infectados, no empecéis a prepararos para el apocalípsis, que la noticia no va por ahí. Lo que ha dicho el CDC es simplemente que, como sigamos así, probablemente pasemos pasar a una era post-antibiótica. No es porque no vayan a ser necesarios, sino porque van a ser inútiles.

Este informe emitido hace poco por este organismo estadounidense afirma que cada año más de 2 millones de personas en Estados Unidos sufren enfermedades directamente relacionadas con microorganismos resistentes a los antibióticos. De estas personas, 23.000 mueren directamente por los patógenos, pero son muchas más las que fallecen por complicaciones debidas a estas infecciones. Si hablamos de dinero (que al final es de lo que se trata), este mismo documento cita que cada año no sólo se invierten más de 20.000 millones de dólares en tratar a estos superbichos, sino que tienen además un coste asociado de unos 35.000 millones más, ya que la productividad laboral asociada al paciente disminuye, ya sea la suya misma al no poder ejercer su trabajo o la de las personas encargadas de su cuidado, que podrían dedicarse a otros enfermos cuyas enfermedades podrían haber sido evitadas.

La clave es esa, las enfermedades originadas por este tipo de organismos podrían ser evitadas. A grandes rasgos lo que las provoca es el uso generalizado e indiscriminado de antibióticos. Esto se debe a que siempre disponemos de microorganismos, aunque sean patógenos, en nuestro cuerpo. El problema es que siempre que nos administremos antibióticos estamos atacando a ciertas bacterias en nuestro interior. El asunto acabaría aquí si el medicamento matase todos los gérmenes, pero no es así, siempre quedan algunos, que son resistentes y permanecen con vida en nuestro interior. La tragedia es que podemos llevarlos a algún lugar, por ejemplo, un hospital y allí, con mayor facilidad pueden aprovecharse de la debilidad de los enfermos y darse un buen festín. Eso sí, la efectividad del tratatamiento ya no será la misma, puesto que las nuevas generaciones de gérmenes descienden de uno de los supervivientes.

La historia no acaba aquí, ya es que esta transmisión de bacterias resistentes puede suceder también desde los animales al ser humano. Parece ser que en Estados Unidos es posible administrar estos medicamentos a animales de manera indiscriminada, por lo que son un caldo de cultivo para bacterias resistentes. En cuanto a la transmisión, ésta puede suceder a través de la carne, si está poco cocinada, o si las heces se emplean para la fertilización de tierras, las bacterias pueden alcanzarnos por medio de los cultivos. Menudo panorama.

Cómo se distribuye la resistencia a los antibióticos / CDC.

El mero hecho de emplear antibióticos produce gérmenes resistentes. Así es la vida, los gérmenes más aptos sobreviven para dar el follón más adelante. El mismo proceso evolutivo que nos ha dado cerebros es el que hace que cada vez haya gérmenes más duros. La diferencia es que en este caso nosotros controlamos su entorno y somos completamente responsables de su renovada fortaleza. Más nos vale ir racionando el uso de estos medicamentos o las cifras que mencionaba antes acabarán por parecernos optimistas.

Pepe "Puertas de acero" Pérez

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