Legión romana en la muy recomendable serie 'Roma' de HBO y BBC. |
Autores de la conquista del Mediterráneo, vencedores de Aníbal, de los pueblos íberos, los galos y los afeminados griegos entre otros muchos, han sido de los pocos que han llevado el nombre de Italia por el mundo sin dar una imagen de jolgorio, de bigotes o de macarronis. Sin ir más lejos, tropas más recientes y, por qué no decirlo, catastróficas, como la legión extranjera franchute o la legión española (sí, la de la cabra) lucen con orgullo el nombre de quienes otrora sí que conquistaban lo que se proponían, con bravura y más sangre fría que arrojo. Incluso se atrevieron a crucificar a Jesucristo. De legiones romanas va el post de hoy, y más concretamente, de la organización de sus tropas.
Un ejército muy elitista
Obviamente, y como con todo ejemplo militar brillante en la Historia, las legiones romanas no surgen de la noche a la mañana, ni mucho menos. Cuando en Roma gobernaban monarcas, las levas que reclutaban de soldados para guerrear en el Lacio ya eran conocidas por el nombre de legio. Estas primitivas legiones intentaban con resultados no demasiado satisfactorios imitar las tácticas militares de las falanges griegas, la unidad de moda en el momento. Pero esto no duró mucho, pues hacia el año 550 a.C. se precisó de una unidad más flexible que los rígidos muros de lanzas en que consistían las falanges, con el objetivo de poder guerrear en zonas montañosas contra los etruscos, surgiendo ya lo que podríamos considerar como el embrión de las que posteriormente serían las todopoderosas legiones. Este cambio se debió al rey Servio Tulio, que fijó en unos 3.000 las unidades de infantería o legionarios y en 300 las de caballería.
Posteriormente y ya en la época republicana, el cónsul Camilo fue el encargado de profesionalizar el ejército romano sobre el año 400 a.C., dando lugar al modelo de ejército que se tendrá durante la mayor parte de la República. Roma comenzaba poco a poco a expandirse, y por lo tanto no era posible reclutar una leva de soldados a conveniencia de los vaivenes de los conflictos, es decir, que los enemigos estaban cada vez más lejos de la ciudad de Roma y se necesitaba disponer de tropas regulares para defender los intereses de la República. Es por ello que se fijó el conocido como salario o paga para la soldadesca romana.
En cuanto a la organización militar, al mando de la legión se encontraba el legado, un cónsul que ejercía su mando durante tres años. Por debajo de él se encontraban 6 tribunos militares, de los cuales 5 eran regulares y el restante era un patricio representante del Senado. Se distinguen principalmente tres cuerpos, a saber:
Legionarios en formación. |
- Infantería pesada: el grueso de toda legión que se precie, formado por los legionarios de pro en sí, equipados con una espada corta o gladius, escudo, armadura y pilum o jabalina. Esta gente eran ciudadanos romanos, voluntarios, que pagaban el equipo de su propio bolsillo. En la mayoría de la época republicana se subdividían en tres cuerpos, en función de la experiencia de sus miembros: hastati; los más jóvenes que se situaban en primera línea como carne de cañón, princeps; formado por soldados algo más veteranos, sobre los 30 años; y por último los triarii, los soldados más experimentados que sólo intervenían en caso de que el rumbo de la batalla se torciese. Cada uno de estos cuerpos estaba a su vez dividido en manípulos compuestos por dos centurias comandadas por el centurión mayor o primus pilus. La centuria estaba formada, a pesar de lo que el nombre pueda despistar, por 60 hombres, al mando de la cual se encontraba un centurión, que a su vez tenía un optio como subordinado. Lo normal era que cada legión tuviese en total 30 manípulos de infantería pesada.
- Infantería ligera (vélites): básicamente hostigadores de los ejércitos enemigos mediante jabalinas o pilum o cualquier tipo de objeto arrojadizo, las típicas unidades que te fastidian la moral de la tropa a base de avanzar, disparar y retroceder. Estaban integradas por las clases más bajas de la sociedad, gente que no tenía donde caerse muerta, a los que daban uno ó diez pilum, y a hostigar que es infinitivo. Constituían aproximadamente un tercio de las fuerzas de infantería de una legión, siendo habitualmente unos 1200 hombres por legión.
- Caballería: conocidos comúnmente como equites, las unidades de caballería en la Antigua Roma destacaban por su escasa utilidad, más para hacer de ojos allá donde la infantería no podía ver que otra cosa, puesto que en la Edad Antigua los ejércitos solían confiar en que la infantería pesada fuese la fuerza de choque que acabase con el enemigo, y los caballeros posteriormente pudiesen dar el golpe de gracia. Esta unidad estaba formada principalmente por los jóvenes más ricos, que veían en este tipo de unidades una oportunidad de hacer carrera militar. Solía comprender unos 300 hombres, poca cosa en comparación con los 4200 que formaban la infantería. Divididos en 10 unidades de 30 hombre, a cargo de cada una se encontraba el decurión, figura idéntica a la del centurión, pero a caballo. Además de los equites, había caballería ligera, formada por reclutas de las clases bajas.
Centurión romano en el fragor de la batalla. |
Esto, si bien podía ser una ventaja, ya que el ejército estaría formado en su mayoría por gente de bien, voluntaria y sacrificada por la patria, por otro lado limita la posibilidad de tener un gran ejército regular, lo que a medio plazo limitaría también las ambiciones expansionistas de Roma. A saber, durante la República sólo se disponía de 4 legiones regulares, a las cuales se sumaban más conforme las exigencias de la situación lo requerían. Por ejemplo, durante la invasión de Aníbal se llegaron a reunir unas 16 legiones, 75.000 hombres aproximadamente, todo un disparate. La batalla correspondiente terminó en desastre por la gran habilidad estratégica de Aníbal, a lo que se unió una falta de coordinación tremenda entre los cónsules encargados del descomunal ejército. Más adelante se dispondrían de reformas para acabar con estas situaciones, con el objetivo de dar pasos firmes hacia la profesionalización del ejército romano.
La reforma de Mario
Cayo Mario fue un legado del ejército romano, y a la postre senador y brillantísimo estratega, que sirvió durante la guerra contra Yugurta en Numidia (norte de África) en la que los romanos no conseguían derrotar completamente a su enemigo por la ineptitud de quien les mandaba, el cónsul Metelo. Mario pidió a éste permiso para ir a Roma a presentarse a las elecciones al consulado. Tras ser elegido como segundo más votado, decide emprender una reforma que profesionalice más al ejército romano, a fin de evitar más pérdidas inútiles de dinero y hombres como el que aconteció en Numidia por falta de decisión de los superiores.
Las llamadas reformas de Mario fueron, concretamente, tres, que tocaban tres ámbitos problemáticos para el ejército romano, y que serían las medidas que pasarían a la Historia, las que mejor iban a definir lo que en la actualidad entendemos por legión romana:
El Águila, símbolo de poder de las legiones. |
- Reclutamiento: entre las levas que se realizaron con Mario, destaca la inclusión por primera vez en la historia romana de tropas de las clases más bajas para integrar el cuerpo de infantería pesada. Se trataba de aquellas personas que no disponían de dinero para pagarse armas y armadura. El Estado se las proporcionaba, y les pagaba un sueldo fijo una vez estuviesen amortizadas las armas. Si bien el sueldo no era elevado, hay que tener en cuenta que esta gente solía morirse de hambre, o cobraba más o menos lo mismo como civil, pero sin la seguridad de tener un trabajo fijo, lo que hizo que la gente pobre empezase a alistarse masivamente en las legiones, al ver dicho alistamiento como posibilidad de ascender en una sociedad en la que cada cual nacía predestinado. Además, dadas las continuas conquistas que se producían durante esta época, es de cajón que quien se apuntaba al ejército tenía bastantes probabilidades de enriquecerse mediante el saqueo o el pillaje de esclavos en las conquistas.
- Estructura militar: como segundo paso para profesionalizar a los ejércitos de Roma, se aprovechó esta subida en los alistamientos voluntarios para crear legiones regulares además de las cuatro que ya existían, haciendo que el legionario mantuviese arduos entrenamientos, marchas, aprendiendo a ser ingenieros, constructores y albañiles con el objetivo de construir campamentos fortificados. Los ejércitos pasaron así de estar formados por reclutas ricos o de clase media de cuyos servicios se precisaba cuando la situación lo requería, a tener legiones con equipamiento estandarizado y soldados con hábitos perfectamente asimilados. Esto es muy importante, pues si hasta el momento las legiones eran ejércitos bastante fastidiosos para los pueblos invadidos, ahora eran tremendamente acojonantes, el que se enfrentase a Roma lo iba a tener prácticamente imposible. En cuanto a las tropas, se eliminó la distinción entre hastatis, princeps y triaris para tener un único soldado modelo de infantería pesada: el legionario. Se instauraron los famosos estandartes del águila, símbolo de poder romano para aumentar la moral de la tropa y la infantería ligera de vélites fue suprimida, aunque fue sustituida por regimientos de auxiliares agrupados por etnias. En lo concerniente a los números las legiones pasaban a estar formadas por 6.000 hombres, de los cuales 1.000 eran no combatientes. Cada legión se dividía en 10 cohortes de 6 centurias cada una, las cuales ahora eran formadas por 80 legionarios en vez de los 60 habituales. Huelga decir que la primera cohorte, el núcleo de toda legión, la formaban 800 hombres. De esta manera las cohortes remplazaban a los manípulos como divisiones del ejército.
- Jubilación: esta reforma fue fundamental para entender la romanización que se habría de dar consecuentemente con la expansión romana. La República otorgaba a los legionarios tierras en los territorios conquistados tras los 25 años de servicio, más una paga por los servicios prestados. Gracias a ello los legionarios retirados se mestizaron con las hembras de los territorios ocupados, hecho fundamental para que la población local tuviese una visión menos opresiva de sus conquistadores. Mario además prometió a los auxiliares que no fueran ciudadanos romanos pero sí naturales de otras ciudades de la Península Italica la ciudadanía al término del servicio, lo que no fue sino otro aliciente más para convertirse en legionario.
César caracterizado junto a Astérix y Panorámix. |
- En definitiva, con estas reformas el ejército romano pasó a vencer a todos y cada uno de sus enemigos. Tierra que se proponían conquistar, tierra que conquistaban. Por lo tanto, y a merced de lo dicho, puede parecer que esta reforma sólo traía ventajas, tanto en lo económico, demográfico, social y militar. Pero como siempre, las generalizaciones equivalen a errar en esta ciencia que es la Historia, y la reforma de Mario trajo consigo un curioso efecto negativo. Ahora ahora cada cónsul lleva por su cuenta y riesgo sus legiones, las cuales debían lealtad únicamente a él para evitar problemas de logística. Como el que tiene detrás de sí a 10.000 o 20.000 tíos puede ambicionar lo que quiera, se dieron una serie de guerras civiles en la República a causa de este curioso fenómeno.
- La más famosa de estas guerras civiles que asolaron la República fue la que aconteció entre Pompeyo y Julio César, que regresaba triunfante tras conquistar la Galia, tras lo cual pretendía erigirse en dictador de Roma o Imperator. Sin embargo, tras estos acontecimientos, que terminaron con la muerte de Pompeyo y la proclamación de Julio como líder supremo de la República romana, llegamos al convulso punto que fue el brutal asesinato de César en el mismísimo Senado por los senadores. Sin embargo, yo no me llego a creer del todo el legado que nos han dejado los libros de Historia ni los trágicos retazos teatrales que sobre él escribió Shakespeare. Yo siempre pensaré que César nunca conquistó la Galia, sino que perdió la vida allí, que un irreductible pueblo galo consiguió acabar con todas las legiones romanas, gracias a la droga que les suministraba el druida Panorámix mientras mentaban a Tutatis como grito de guerra.
- Pero eso es otra historia.
Bruténico, me he acordado de cuando me viciaba al Rome Total War. Por cierto aprovecho y pego un link interesante donde se plantea la caída del Imperio Romano desde una causa económica, unas "tribus bárbaras" que han seguido haciendo de las suyas a lo largo de la historiahttp://historiasinhistorietas.blogspot.com.es/2011/08/400-como-la-inflacion-acabo-con-el.html
ResponderEliminarEstá interesante el artículo. Pero lo veo demasiado generalista. El Imperio Romano cayó porque tenía que caer, eso era inevitable. Cuando se te acaban las tierras que conquistar, o no puedes aventurarte en más conquistas porque tienes Europa casi entera, el Norte de África y Oriente Próximo en tus manos, todo ello con necesidad de ser defendido, es cuando finalizan la entrada de dinero saqueando países ajenos y esclavizando a la población. Que unos impuestos absurdos y tiránicos fueran sucediéndose en los siglos IV y V no hizo sino precipitar la caída.
EliminarEn cualquier caso, malnacidos que opriman al pueblo han habido, los hay y seguirá habiendo. Por eso hemos de utilizar la palabra escrita para cagarnos en ellos, aunque sea un poquito. Qué bueno es esto de Internet.
Un saludo, y gracias por el comentario.