domingo, 23 de marzo de 2014

La paradoja del músico estafador estafado

Por Javier Arnedo

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- Los Morate hacen unos encurtidos que están como Dios.
- Y esos, ¿quiénes son?
- Los de la Pura.
- ¿?
- Claro, la cría que era hija de la cuñada del Prieto el de las burras. Esa así rubica con los ojos claros.
- ¡Aaaah! ¿La de la Era?
- No, esa es la del "pirlas".
- Hostia, claro. ¿Entonces?
- Tiene otra, que son melliza'.
- ¿La que la abuela tenía el asadero?
- Y que tenía un yerno bizco que era de por ahí fuera.
- Sí, sí. Que luego se separó y a sus años se casó con el seminarista.
- El que vive en la calle del calvario.
- Claaaaaaro.
- Que tuvieron tres zagales y uno les salió imbécil.
- El del kiosko de los guarros.
- Pues esos.
- ¿Y dices que hacen pacharán?
- No, no. Encurtidos.
- ¿Y pacharán no?
- Que no cojones. Que hacen embutidos que ni los cerdos de Salamanca.
- Pues ni que el pacharán de Navarra. Eso si que no hay huevos a hacerlo más bueno.
- Tú, porque no bebes otro, copón.
- Bendito el día que lo traje yo al pueblo.
- Prefiero whisky, eso está demasiao empachoso.
- Hombre, es que es pa' beber dos copas después de comer.
- ¿Tú cuánto bebes?
- Si salgo, una botella.
>>

"Nunca no te preocupes". Siempre pueden haber problemas mucho peores. Podría tu país querer convertirse en suelo ruso y estar provocando una segunda guerra fría. Incluso no hace tantos años que castellanos y hasta turolenses luchaban en tierra de Allah, donde se paseaban pueblo por pueblo con retales amarillos aclarando el morado de las banderas a punta de bayoneta. Pero eso eran guerras peligrosas y de principios exigentes. Yo voy a hablar de otra. Hoy en día hay una guerra de guerrillas en la que no muere gente. Que se batalla en teatros, calles, bares y doquiera que la cultura pueda ser violada.

Esta misma conversación entre pueblerinos, en este caso rojos, la puede tener el alicate más grande y más facha de toda la región. Eso que en esencia nos hace iguales, las banalidades, los potes y el condumio se olvida cuando se trata de la propuesta artística. Al que levanta la cabeza para montar un bolo se la revientan de strike. Nadie es profeta en su tierra y menos si profesa la música como religión y no la religión como religión. Pero, ¿no pueden estos pobres músicos llegar a convertirse en villanos? Hace una semana el equipo de Mente Enjambre fue invitado por un grupo a hacer la crónica de un concierto de varias bandas de post-rock y rock alternativo en Valencia. Dio la casualidad de que todos estábamos allí dando de beber cerveza a las cabras y bebiendo cuba libres con pólvora. Así que accedimos a ir. Como es de suponer esperábamos una invitación formal de la clase:
Tome usted señor sus entradas gratis para poder hacerme una crónica que yo mismo le he pedido.
Pero no fue así, y nuestro enfado no fue porque no nos trataran de usía ni con los cortejos necesarios del señorío que no hacendamos, el motivo interesado es que nos querían hacer pagar por trabajar. Hay que explicarle a la gente que se mueve por estos lares que el oficio del escritor se paga, porque dos trabajos tiene, el adquirir el conocimiento de la obra que va a críticar y rebanarse los sesos en escribirla. Por mucho que digan Ignacio Escolar no terminó la carrera de periodismo y ha fundado dos puñeteros periódicos. Nuestro crítico musical murciano, Jam Albarracín, tampoco lo es, y su pluma iletrada raya la de muchos letrados. Esta equivocación y este insulto es porque el oficio se convirtió en carrera, pero hay que enseñar que por ello no ha dejado de ser oficio.

Nosotros somos tres apuestos ingenieros y un economista de mierda que comparten su afición por la literatura, el cine, la música y las ciencias. Nos hemos dedicado a escribir por placer y aunque no gocemos del tiempo ni de la preparación que es suficiente para pasar por magistrados, le dedicamos nuestro tiempo y nuestro empeño en presentar un buen producto. Escribimos un artículo semanal (a veces más) desde hace un año en un blog que no ha obtenido un solo céntimo desde que se abrió. Y con todo esto unos pobrecitos músicos que luchan por llevar su arte por las ciudades, que sudan cada euro que ganan mal que les pese el hartazgo de la irreverencia intelectual, esos pobres hijos de la gran puta nos quieren hacer pagar por trabajar. He aquí un punto clave. Nos piden una crónica, NO una crítica. Quieren que les paguemos por dar publicidad de un evento sin opción a dar nuestra opinión. Y en ese punto me pregunto yo, ¿es esta gente la víctima? ¿Son los torturadores viejos torturados? 


Ninguno de nosotros es Diego A. Manrique, pero ellos no son los putos Rolling. Perderían dinero si el aforo se completa y les robamos tres plazas, pero dudo que fuera así. Además, no éramos espectadores potenciales con lo cual no dejaban de ganar de dinero ni de ganarlo. Supongo que debíamos pagar la promoción que hablar de ellos habría dado a nuestro blog. Pero mira, si yo le pido a un músico hacerle una crítica está en su legítimo derecho de hacerme pagar, cosa que haré o no. Pero que el músico me pida ir y me obligue a pagar denota un obsceno nivel de facha. 

Ahora en el Primavera Sound van a hacer pagar a los periodistas los abonos correspondientes. Esta práctica no es habitual y el revuelo que ha armado es colosal. ¿De qué se alegran algunos periodistas? Pues precisamente de que los bloggers y los fanzines no les quiten ese pedazo de pastel que tanto les gusta amasar. Y me reivindico en esto. Hay gente que escribe y no tiene ni puta idea de lo que dice. Ese mismo puedo ser yo. Pero como lector elijo la calidad y lo que considero bueno. Si trabajas para la Rolling Stone y sufres porque un bloguero te quite lectores entonces es que estás más cerca de las doctrinas intervencionistas de los medios de comunicación que de la libre prensa. La gente lee la Rolling Stone porque reconoce la preparación y el buen trabajo, pero el mejor baterista del mundo está en su casa y no tocando con Bruce Springsteen. Así que músicos victimistas y periodistas medievales os podéis ir a colgar de un pino cuando gustéis.

Yo, Javier Arnedo, he trabajado como músico "aficionado", como crítico "aficionado" y como documentalista audiovisual "aficionado" de esta merienda de negros y en todas las ocasiones han intentado estafarme. Ya está bien de esta falta de escrúpulos en un mundo en el que todos ponemos de nuestra parte para que lo respeten los de fuera. Porque si no, antes que tocar, antes que escribir, antes que grabar y ganarme un jornal mísero prefiero empinarme la botella de pacharán, desembutir la chicha y convertirme en ese animal aséptico que los que odian la cultura se empeñan en conseguir.

Por supuesto, el día de ese concierto, nos quedamos emborrachando cabras.





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