viernes, 17 de mayo de 2013

Lo humano del cerebro

El cerebro es como un gran director de orquesta.


Todos los días pienso que no somos más que monos evolucionados y me frustro al pensar cómo la evolución nos ha llevado a la situación en la que estamos. Desde que comenzamos a caminar sobre dos piernas, desde que descubrimos el fuego y desarrollamos sociedades complejas, no hemos dejado de arrasar y cambiar todo lo que nos rodea. Me planteo entonces la pregunta siguiente ¿qué parte de nuestro cerebro ha hecho que lleguemos a donde nos encontramos?

Las distintas áreas de la corteza cerebral.
Desde un punto de vista filogenético, e incluso desde la perspectiva del desarrollo humano, la respuesta es clara. El lóbulo frontal es el área cuya evolución es más reciente y la que más tarda en alcanzar la madurez tras el nacimiento del individuo. A la izquierda podemos ver qué posición ocupa esta región, respecto al resto de áreas de la corteza cerebral. Por lo tanto, si tuviéramos que ubicar el lóbulo frontal en la cara de una persona, éste se encontraría tras sus ojos y se extendería por toda la frente. En cualquier caso, el tamaño de la frente de una persona no influye en el volumen de esta región. Las ideas sobre óomo la anatomía de la cabeza influyen sobre el carácter han sido desechadas, no estamos en el siglo XIX.

Pese a todo esto, la presencia de este área no es única al ser humano. Esta región del encéfalo es común a todos los homínidos, incluyendo, por supuesto, a los primates. Curiosamente el tamaño (comparado con el volumen del resto del cerebro) no es excesivamente mayor en el caso de los humanos. De hecho, el tamaño  del lóbulo frontal en los grandes simios es similar al del humano. Por lo tanto, no es el tamaño del área lo que nos diferencia de nuestros parientes, sino cómo las conexiones entre neuronas han evolucionado para desarrollar las funciones que veremos a continuación.

El lóbulo frontal, en general, juega el papel principal en las denominadas funciones ejecutivas. Este término es empleado para describir aquellos procesos cognitivos que regulan y manejan otros procesos cognitivos. Dejando atrás toda esta parafernalia, las funciones ejecutivas regulan aquellas acciones que controlan como entendemos y llevamos a cabo otras acciones. Por ejemplo, una función ejecutiva sería prepararse la comida. La tarea requiere el uso de otras funciones (motora, visual), pero es la planificación la que gestiona la orquestación del resto de funciones. En general, una función es ejecutiva si cumple alguno de los siguientes puntos:
  • Involucra planificación o toma de decisiones.
  • Requiere de corrección de errores o resolución de problemas.
  • Aquellas situaciones donde no se tiene ensayado de antemano lo que va a suceder.
  • Escenarios en los que hay que vencer una tentación o predisposición a un hábito muy fuerte.
La consecución de un objetivo a largo plazo, la corrección de errores en un texto, la capacidad de improvisar y el control de los impulsos, serían, en orden, ejemplos de todas esas categorías. De hecho, la capacidad de improvisar es un reflejo de creatividad, característica del ser humano de la que se encarga en gran medida el lóbulo frontal. El control de los impulsos recae también sobre este área. De hecho, la evolución de esta capacidad va de la mano de la maduración de esta región hasta la adolescencia. Los niños tienden a no ser capaces de controlar sus emociones e impulsos, mientras que los adultos sí. Esto es debido a que el lóbulo frontal comienza en un estado inmaduro y tarda un tiempo enorme en alcanzar su apogeo. 

Phineas Gage con la barra que le lesionó.
Todo esto está muy bien, pero ¿qué sucede cuando el lóbulo frontal está dañado?. Os presento a nuestro amigo, Phineas Gage (lo podéis ver a la derecha). Phineas era un capataz de las obras del ferrocarril. Era considerado un hombre eficiente y capaz de realizar su trabajo. Cuando las vías eran desplegadas, era ocasional encontrarse con rocas que entorpecieran el trazado definido. Una de las tareas de Phineas era la de demoler estos obstáculos, usando para ello una barra, la cual se introducía en un agujero hecho en la roca, en el cual previamente se había introducido arena y pólvora. Por desgracia, un día olvidó introducir la arena y dejó la barra en el interior del agujero. El contacto del metal con la pólvora provocó la explosión que lanzó despedida la barra, la cual entró por su ojo y salió por la parte superior del cráneo  afectando de esta forma al hemisferio derecho de su lóbulo frontal.

Por suerte o desgracia, sobrevivió y a los dos meses se le dio el alta médica. El problema es que el hombre que antes era eficiente y formal había desaparecido. Phineas era ahora un hombre soez, irreverente, agresivo e incapaz de llevar a cabo ninguna acción a largo plazo. Nunca volvió a su trabajo anterior y sus posteriores empleos nunca le duraron mucho tiempo. De hecho sus lesiones en la corteza frontal le habían hecho perder sus inhibiciones sociales, lo cual conllevaba un comportamiento inapropiado en público. Sin embargo, su capacidad de razonar y de ejecutar tareas se había visto intacta. Que fuera capaz de persistir y llevarlas a cabo es otro asunto. Las funciones ejecutivas se habían visto afectadas, pero no aquellas que se sometían al control de éstas.

Nuestra humanidad y nuestra identidad no dependen de la existencia de un alma, sino de que ciertos pliegues en una masa esponjosa situada detrás de la frente sean capaces de coordinar nuestras funciones menos complejas.

Pepe "Puertas de acero" Pérez

Referencias

1 comentario:

  1. El artículo está muy bien, y es correcto, pero debido al título del artículo y a las primeras preguntas que se hace, focalizáis demasiado el asunto al lóbulo frontal y a la capacidad técnica del ser humano. El cerebro, aunque haya núcleos de somas neuronales que se encuentren en zonas concretas, y una división más o menos topográfica de las funciones cerebrales, el cerebro es un todo, todo está interconectado de millones de formas. Es complejísimo intentar acotar una función (sobre todo cognitiva) en un área anatómica, o incluso en una vía o circuito neuronal.
    Pero bueno, al margen de todo eso, yo pienso que no son las áreas ejecutivas las más importantes a resaltar para buscar "lo específico humano", sino las áreas asociativas, muchísimo más ubicuas, pero que tienen varios núcleos interesantes en los lóbulos temporales.
    Recordad, grosso modo, que una lesión en los lóbulos frontales te convierte en otra persona, pero persona, al fin y al cabo. Un lesión en los temporales dejas de ser una persona. (Y esto hablando sólo cognitivamente, obviando el control motor, sensorial, respiratorio, cardiocirculatorio, hormonal, etc etc)

    ResponderEliminar

Comparte este post

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...