miércoles, 24 de abril de 2013

¿Por qué se le llama cóctel molotov?



Es uno de los instrumentos de matar y escandalizar por excelencia, así como uno de los inventos más asociado a los conflictos modernos: si usted quiere convertirse en el mayor antisistema de su barrio, en la deshonra (o no, quién sabe) de su familia, en el generador de una revolución en nombre de la hermandad de los canteros o realizar cómodos incendios en su restaurante en la ruina con los que estafar al seguro, hágase usted mismo uno de estos amiguitos. El cóctel molotov es, básicamente, la delgada línea que separa los escraches del terrorismo, aquel invento indispensable en el inventario de todo buen etarra que se precie junto al pasamontañas.

Este artefacto consiste en una botella con un trapo, llena de un producto inflamable con aceite de motor, al que una vez prendido fuego y estrellado contra un objeto, superficie o persona hace que ésta prenda inmediatamente. Irremediablemente me vienen a la mente aquella escena final de Una historia del Bronx en la que estos artilugios incendiarios se convierten en viles protagonistas de la tragedia, o en el tremendamente épico de Salvar al soldado Ryan, donde fabricar estas pequeñas armas permiten a los yanquis disponer de algo más que uñas y dientes para defenderse de las hordas alemanas que se les vienen encima.

Si uno navega un mínimo por internet, vemos que hay por ahí bitácoras con nombres tan sugerentes como "El blog del terrorista" en los que con un sólo click se nos explica cómo fabricar un cóctel molotov, pero eso sí, se desentienden del uso que se pueda hacer de esta información. Pues bien, está claro que estos cócteles son mundialmente conocidos y que los vemos en cualquier telediario en zonas de conflicto armado en ciudades, pero, ¿de dónde viene este nombre? ¿Quién era Molotov y por qué llevan su nombre estos bichos flamígeros?

Lo normal en estos casos es pensar que hubo un señor que se apellidaba Molotov y por avatares del destino se le encendió la bombilla e ideó el famoso cóctel. Nada más lejos de la realidad, ya que el que estas armas llevasen el sobrenombre Molotov se debe a un sarcástico insulto, historia cuyo origen está más cercano a nosotros (territorialmente al menos) de lo que en un principio se podía uno imaginar: los comienzos de la Guerra Civil española.

Al principio de la guerra (1936) los republicanos, como bien es sabido, recibieron ayudas de los soviéticos, entre ellas, tanques, por lo que a nivel de carros de combate llevaban ventaja frente a la escasa ayuda inicial alemana de la que disponían los nacionales, amén de los ridículos tanques italianos, que eran poco más que de cartón piedra. Para combatir a esta caballería pesada los fascistas idearon las que a la postre serían las famosas vasijas incendiarias.

Poco más tarde, en 1939, con España ya en ruinas, Hitler y Stalin firman un pacto de no agresión secreto por el que se reparten Polonia y los países nórdicos del Báltico. En este contexto la Unión Soviética se dispone a invadir ilegalmente Finlandia. El Comisario del Pueblo para los Asuntos Exteriores soviético, Vyacheslav Mikhailovich Molotov, ordenó el bombardeo de Helsinki, en noviembre de ese mismo año. El gobierno finlandés denunció la tropelía, y ante la existencia de fotos que demostraban que los aviones del ejército rojo habían sobrevolado suelo finlandés, Molotov, muy diplomático él, declaró que sí habían bombardeado, pero cestas con pan, para alimentar a la maltrecha población finlandesa.

A raíz de los acontecimientos estalló la conocida como la Guerra de invierno, en la que los finlandeses defendieron aguerridamente sus tierras. Y curiosamente, para acabar con los tanques soviéticos los finlandeses usaron los mismos medios que los fascistas en la Guerra Civil, esto es, el cóctel que nos ocupa en este artículo. Cóctel que, en justa venganza dialéctica, fue bautizado con el apellido de aquel soviético que se había reído en la cara de los finlandeses. Es decir, que los finlandeses incendiaban rusos con cócteles que llevaban como nombre el apellido de su Ministro de Asuntos Exteriores.

La Historia siempre nos deja estas pequeñas curiosidades, que no hacen sino acrecentar el interés que se puede tener en ella, y más cuando te enteras de que, al igual que el chupa-chups y la fregona, el cóctel Molotov, con ese nombre tan de "más allá del Muro de Berlín", es un invento español. Como un día de estos se descubra que el "Abbey Road" de los Beatles era en realidad un plagio al himno de Riego, sólo con los derechos de autor que se nos deben, salimos de la crisis en menos de lo que canta un gallo.

Pero eso es otra historia.


Referencias

1- Inventos españoles (11), por Pablo Martín Sánchez. Centro Virtual Cervantes.
2- ¿Qué inventó Molotov? Quo.es.

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