domingo, 9 de marzo de 2014

La mujer de Miguel Matamoros camina así

Por Conde Chócula 


Si les dicen quien es el trío Matamoros quizá piensen que les hablan de un de un gallardo trío de cristianos que con mandoble en mano cortaban heréticas de dos en dos. Quizá lo sueñe yo. Pero bueno, no vengo a hablar de ídolos castellanos sino de son cubano.

Si a alguien le tenemos que dar gracias por el son cubano es a Miguel Matamoros, fundador y cabeza del Trío Matamoros. Claro, a las vírgenes uno se inclina para pedir y dar gracias por cosas que no han hecho o que puede que hagan. Al Trío Matamoros se le puede dar gracias por dos cosas: por la extensa obra que dejó y por la vastísima influencia que ejerció en la música cubana. Y es que pueden darse cuenta de que al hacer una comparativa de los sonidos y bailes tradicionales, Cuba, una pequeña isla en el atlántico, es exportadora de un son que ha calado casi tanto como la música ucraniana en el mundo. Ah no, esta no.

Miguel Matamoros fue el compositor principal de este trío. Se cantaban y se bailaban sus canciones por toda la península. Este tremendo éxito alcanzado por el trío fue debido a la inventiva de Miguel pues fusionó el bolero con el son. Es decir, que esa lírica propia del bolero se mantiene durante toda una exposición musical de caracter bailable. El bolero no se queda solo en el artista y el sentimiento que produce al oyente sino que se pasa a hacerle partícipe.

A esto se añade el uso de las claves. Un instrumento que a pesar de su sencillez tiene un gran peso en el son. En 1925 se graba por primera vez y a partir de ahí sería insustituible en las composiciones de este estilo.

Pero no todo fue Miguel Matamoros. Cuenta Cueto (segunda guitarra) que en el cumpleaños de Miguel se llevó a un amigo llamado Siro (segunda voz y maracas) a cantar unos boleros. Sus voces empastaron tan bien que al día siguiente le dijo que le llamara para montar el trío (no piense usted mal). Sus armonías eran el contrapunto de Miguel. Sin demasiadas florituras, correctas y evitando la duplicidad vocal. Cueto por su parte adecuó el estilo de su guitarra para las composiciones de Miguel. Dado que éste último solía tocar la voz principal, Cueto se movía por las tonos bajos de los acordes evitando de este modo las cacofonías entre ambos instrumentos. A Miguel Matamoros por su parte se le criticó por tradicionalista ya que su canto era puramente tonal y evitaba disonancias y esos tonos intermedios que a su juicio no tenían por qué enriquecer sus canciones si del modo que él las cantaba era suficiente y correcto.

Lágrimas Negras

Por si no lo sabía el lector Miguel Matamoros fue el compositor en 1929 de la famosísima Lágrimas Negras que tan incalculables veces ha sido reinterpretada, entre otros por nuestro Cigala y su Bebo Valdés, que en paz descanse.  Hace tiempo os dejé una versión de El Gallo y algunos músicos callejeros. En esta ocasión os dejo con el trío Matamoros, su progenitor:


La Mujer de Antonio

 Y claro, ¿quién no se ha fijado nunca en la mujer de otro? ¿Y en la de Antonio? En esta canción tienen hasta tiempo de hablar de Machado y bromear conque un yanqui (Lindbergh) se deje de vuelos transatlánticos sin escala y se vaya al paraíso cubano.



El Paralítico

Un hombre místico le recomienda al protagonista de esta canción, un paralítico, que se extirpe el trigémino. Este absurdo bien puede tener dos sentidos. El primero, ser una burla a los místicos que solucionan los problemas con cosas que nada tienen que ver, o bien aconsejar al enfermo que se suicide. El trigémino tiene por costumbre ser un nervio hijo de la gran puta que se ramifica por todas las partes de la cabeza provocando una neuralgia insoportable. Tanto que cuando no era una enfermedad curable la gente se suicidaba al padecerla. Por eso se le llamó la enfermedad del suicidio. Una putada.


Cuidadito Compay Gallo


Hueso Na' Ma'





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